El otro día mi madre
me comenta:
-“Hoy he visto a
Carmina y me ha comentado que era muy raro para ti que -haciendo las galletas que
haces-, no te hubiese dado por hacer tartas…”
A lo cual mi madre le
contestó:
-“¡Ay madre Carmina!,
sí que hace mujer, lo único que no ha coincidido que hayas visto ninguna. La
próxima vez que venga con una te “toco” el timbre para enseñártela”.
Carmina es una vecina “de
puerta” -como decimos aquí-, de mi madre y cada vez que coinciden en el
descansillo de la escalera, al abrir la puerta de casa, mi madre no puede
evitar mostrarle las galletas que tiene a modo de exposición en la entrada…jajaja…Evidentemente,
de las tartas es más difícil quedarse con una muestra.
Mi madre tiene razón,
hacer también hago tartas y cup-cakes lo único es que a la hora de compartirlas
en mi blog, voy tan retrasada con las entradas de galletas que siempre dejo en
segundo plano las tartas y cups-cakes. De hecho para comenzar a actualizar ese “algo
más…” hoy, como ya estáis viendo, comparto con vosotros una tarta que hice en Junio para el 2º
cumpleaños de Mateo, el mejor amigo de mi sobrino Colás. Espero que os guste,
es muy sencilla pero os puedo asegurar que tanto a Mateo como a sus invitados
les gustó mucho ( y sino, preguntarle a mi sobrino, creo que fue el que más tarta comió).
He de reconocer que
soy muy maniática con “las huellas” que se dejan en las tartas pero debido a
las prisas, al final se me escapó un poco el cuter en una esquina del tejadillo
de la máquina del tren y, como no tenía tiempo de hacer otro…ains…-en esta
ocasión-, muy a mi pesar, la tuve que dejar “marcada”…